En mi experiencia como abogada especializada en derecho migratorio en Colombia, he observado de cerca el impacto emocional que los procesos legales tienen en los solicitantes. Aunque cualquier trámite legal puede generar estrés y ansiedad, el ámbito migratorio presenta desafíos únicos que merecen una reflexión profunda.
Uno de los aspectos más notables en el derecho migratorio es la ansiedad con la que muchos solicitantes enfrentan el proceso. La búsqueda de una visa para residir en un país extranjero es una experiencia cargada de incertidumbre y miedo. Las personas que se embarcan en esta travesía suelen tener un objetivo claro: abandonar su país de origen o de residencia para comenzar una nueva vida en un entorno culturalmente diferente y lejos de su familia.
Este proceso conlleva el desafío de ser aceptado por una autoridad que no conoce personalmente al solicitante. La posibilidad de que una visa sea denegada puede resultar en una experiencia profundamente humillante y emocionalmente devastadora. La negación de una visa no solo implica un revés en los planes de vida de una persona, sino que también puede causar un daño emocional significativo.
Durante el proceso de solicitud de visa, los solicitantes experimentan una gama de emociones intensas, como miedo, angustia y estrés. Las exigencias de los requisitos y los plazos ajustados impuestos por las entidades migratorias pueden contribuir a una sensación de pérdida de control. En este contexto, es crucial comprender que las políticas migratorias de los países son discrecionales y facultativas. Incluso si todos los requisitos están cumplidos a la perfección, la decisión final puede depender también de factores externos y del principio de reciprocidad entre países.
Es importante reconocer que, aunque algunos rechazos de visa son justificados, como en el caso de quienes buscan actividades ilícitas, muchas denegaciones pueden ser el resultado de circunstancias ajenas al solicitante. Esta realidad subraya la necesidad de un enfoque más empático y humano en los trámites migratorios, sin perder de vista la importancia de proteger la legalidad y la justicia en el proceso.
Considero que los trámites migratorios deberían ser diseñados y gestionados con una mayor comprensión de las implicaciones emocionales que enfrentan los solicitantes. El objetivo no solo debe ser garantizar que quienes desean residir en un país lo hagan de manera legal y ordenada, sino también considerar el impacto emocional que estos procesos pueden tener en las personas. Un equilibrio entre la rigurosidad de los requisitos y la empatía hacia los solicitantes es esencial para un sistema migratorio más justo y humano.
Espero que este artículo brinde una perspectiva valiosa sobre la intersección entre migración y salud mental, y contribuya a una mayor comprensión y apoyo para quienes enfrentan estos complejos procesos.
María Andrea Silva Londoño
Abogada Graduada, Universidad Libre de Colombia
Armenia, Colombia8 de agosto de 2024
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